Amigos de las Cañadas estuvieron presentes el Día de San Miguel en la caldereta que los cocineros organizaban ese dia. La Alcaldesa de Arcones en memoria de los pastores y de los que fueron pastores leyó unos poemas de Don José Gabriel y Galan
He dormido en la majada sobre un lecho de lentiscos,
Embriagado por el vaho de los húmedos apriscos
Y arrullado por murmullos de mansísimo rumiar;
Y arrullado por murmullos de mansísimo rumiar;
He comido pan sabroso con entrañas de carnero
Que guisaron los pastores en blanquísimo caldero
Suspendido de las llares sobre el fuego del hogar.
Suspendido de las llares sobre el fuego del hogar.
Y al arrullo soñoliento de monótonos hervores.
He charlado largamente con los rústicos pastores
Y he buscado en sus sentires algo bello que decir...
He charlado largamente con los rústicos pastores
Y he buscado en sus sentires algo bello que decir...
¡Ya se han ido, ya se han ido! Ya no encuentro en la comarca
Los pastores de mi abuelo, que era un viejo patriarca
Con pastores y vaqueros que rimaban el vivir!
Los pastores de mi abuelo, que era un viejo patriarca
Con pastores y vaqueros que rimaban el vivir!
Se acabaron para siempre los selváticos juglares
Que alegraban las majadas con historias y cantares
Y romances peregrinos de muchísimo sabor.
Que alegraban las majadas con historias y cantares
Y romances peregrinos de muchísimo sabor.
Para siempre se acabaron los ingenuos narradores
De las trágicas leyendas de fantásticos amores
Y contiendas fabulosas de los hombres del honor.
De las trágicas leyendas de fantásticos amores
Y contiendas fabulosas de los hombres del honor.
¡Ya se han ido, ya se han ido! Los que habitan sus majadas
Ya no riman, ya no cantan villancicos y tonadas
Y fantásticas leyendas que encantaban mi niñez.
Ya no riman, ya no cantan villancicos y tonadas
Y fantásticas leyendas que encantaban mi niñez.
Han perdido los vigores y las vírgenes frescuras
De los cuerpos y las almas que bebieron aguas puras
De veneros naturales de exquisita limpidez.
De los cuerpos y las almas que bebieron aguas puras
De veneros naturales de exquisita limpidez.
¡Ya no riman, ya no cantan! Ya no piden al viajero
Que les cuente la leyenda del gentil aventurero.
La princesa encarcelada y el enano encantador.
Que les cuente la leyenda del gentil aventurero.
La princesa encarcelada y el enano encantador.
Ya no piden aquel cuento de la azada y el tesoro.
Ni la historia fabulosa de la guerra con el moro.
Ni el romance tierno y bello de la Virgen y el pastor.
Ni la historia fabulosa de la guerra con el moro.
Ni el romance tierno y bello de la Virgen y el pastor.
¡He dormido en la majada! Blasfemaban los pastores
Maldiciendo la fortuna de los amos y señores
Que habitaban los palacios de la mágica ciudad;
Maldiciendo la fortuna de los amos y señores
Que habitaban los palacios de la mágica ciudad;
Y gruñían rencorosos como perros amarrados,
Venteando los placeres y blandiendo los cayados
Que heredaron de otros hombres como cetros de la paz.
Venteando los placeres y blandiendo los cayados
Que heredaron de otros hombres como cetros de la paz.
II
Yo quisiera que tornaran a mis chozas y casetas
Las estirpes patriarcales de selváticos poetas.
Tañedores montesinos de la gaita y el rabel,
Yo quisiera que tornaran a mis chozas y casetas
Las estirpes patriarcales de selváticos poetas.
Tañedores montesinos de la gaita y el rabel,
Que mis campos empapaban en la intensa melodía
De una música primera que en los senos se fundía
De silencios transparentes, más sabrosos que la miel.
De una música primera que en los senos se fundía
De silencios transparentes, más sabrosos que la miel.
Una música tan virgen como el aura de mis montes,
Tan serena como el cielo de sus amplios horizontes,
Tan ingenua como el alma del artista montaraz,
Tan serena como el cielo de sus amplios horizontes,
Tan ingenua como el alma del artista montaraz,
Tan sonora como el viento de las tardes abrileñas,
Tan suave como el paso de las aguas ribereñas,
Tan tranquila como el curso de las horas de la paz.
Tan suave como el paso de las aguas ribereñas,
Tan tranquila como el curso de las horas de la paz.
Una música fundida con balidos de corderos,
Con arrullos de palomas y mugidos de terneros,
Con chasquidos de la honda del vaquero silbador,
Con arrullos de palomas y mugidos de terneros,
Con chasquidos de la honda del vaquero silbador,
Con rodar de regatillos entre peñas y zarzales.
Con zumbidos de cencerros y cantares de zagales
¡De precoces zagalillos que barruntan ya el amor!
Con zumbidos de cencerros y cantares de zagales
¡De precoces zagalillos que barruntan ya el amor!
Una música que dice cómo suenan en los chozos
Las sentencias de los viejos y las risas de los mozos,
Y el silencio de las noches en la inmensa soledad,
Las sentencias de los viejos y las risas de los mozos,
Y el silencio de las noches en la inmensa soledad,
Y el hervir de los calderos en las lumbres pavorosas,
Y el llover de los abismos en las noches tenebrosas,
Y el ladrar de los mastines en la densa obscuridad.
Y el llover de los abismos en las noches tenebrosas,
Y el ladrar de los mastines en la densa obscuridad.
Yo quisiera que la musa de la gente campesina
No durmiese en las entrañas de la vieja hueca encina
Donde, herida por los tiempos, hosca y brava se encerró.
No durmiese en las entrañas de la vieja hueca encina
Donde, herida por los tiempos, hosca y brava se encerró.
Yo quisiera que las puntas de sus almas vigorosas
Nuevamente restallaran en las frentes tenebrosas
De esta raza cuya sangre la codicia envenenó.
Nuevamente restallaran en las frentes tenebrosas
De esta raza cuya sangre la codicia envenenó.
Yo quisiera que encubriesen las zamarras de pellejo
Pechos fuertes con ingenuos corazones de oro viejo
Penetrados de la calma de la vida montaraz.
Pechos fuertes con ingenuos corazones de oro viejo
Penetrados de la calma de la vida montaraz.
Yo quisiera que en el culto de los montes abrevados,
Sacerdotes de los montes, ostentaran sus cayados
Como símbolos de un culto, como cetros de la paz.
Sacerdotes de los montes, ostentaran sus cayados
Como símbolos de un culto, como cetros de la paz.
Yo quisiera que vagase por los rústicos asilos.
No la casta fabulosa de fantásticos Batilos
Que jamás en las majadas de mis montes habitó.
No la casta fabulosa de fantásticos Batilos
Que jamás en las majadas de mis montes habitó.
Sino aquella casta de hombres vigorosos y severos,
Más leales que mastines, más sencillos que corderos,
Más esquivos que lobatos, ¡más poetas! ¡ay! ¡que yo!
Más leales que mastines, más sencillos que corderos,
Más esquivos que lobatos, ¡más poetas! ¡ay! ¡que yo!
¡Más poetas! Los que miran silenciosos hacia Oriente
Y saludan a la aurora con la estrofa balbuciente
Que derraman, sin saberlo, de la gaita pastoril,
Y saludan a la aurora con la estrofa balbuciente
Que derraman, sin saberlo, de la gaita pastoril,
Son los hijos naturales de la musa campesina
Que les dicta mansamente la tonada matutina
Con que sienten las auroras del sereno mes de Abril.
Que les dicta mansamente la tonada matutina
Con que sienten las auroras del sereno mes de Abril.
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